miércoles, 25 de febrero de 2015

24 F. POR EL DESMONTE DEL ESMAD. CONTRA EL TERROR ESTATAL. POR LA VIDAD, LA DIGNIDAD Y LA REBELDÍA.

El 24 de febrero de 1999, con dineros del Plan Colombia, fue creado El Escuadrón Móvil Anti Disturbios (ESMAD). Con la excusa de evitar desórdenes y de contener a las multitudes rebeldes, se ha especializado, con tecnologías de muerte, en golpear, desalojar, violentar, reprimir y asesinar a campesinos, indígenas, estudiantes, profesores, trabajadores, venteros ambulantes, jóvenes y a todo aquel que se levante contra este injusto sistema y se interponga entre los intereses de los ricos, siendo este escuadrón una pieza más del engranaje represivo y terrorista del Estado colombiano.

En efecto, el colombiano ha sido, desde su conformación, un estado que además de declararnos la guerra abierta y frontal a todos/as las/os pobres de este país, ha utilizado la violencia sistemática contra la población. Un breve repaso histórico permite constatar la esencia criminal de quienes han manchado de sangre estas tierras, a saber: guerra de los mil días en donde la carne de cañón fueron los campesinos divididos en dos colores; estigmatización y criminalización de los sindicatos bananeros que desembocó en la más cruenta masacre obrera perpetuada por gobierno alguno; persecución racista y colonial

martes, 24 de febrero de 2015

La realidad urbana es parte del conflicto y debe ser considerada en los diálogos de paz

¿Por qué no hay referencia a las problemáticas urbanas en los acuerdos entre las FARC y el Gobierno si el 70% de los habitantes del país viven en centros urbanos? El presente artículo intenta brindar elementos para responder a ese interrogante.

Por Yolima Bedoya*. Después de varias décadas de conflicto social, político y armado en el país, hacer referencia solo a los problemas de la ruralidad y no nombrar a los centros urbanos en los actuales procesos de negca pociación polítiuede arrojar como resultado indeseado la invisibilización de las realidades urbanas. Mientras más invisibles se mantengan estas realidades, más fácil será hacer de las ciudades lo que el capital internacional necesita.

El actual modelo de ciudad impulsa la formación de un ciudadano liberal, con libertad de comprar, endeudarse, votar, ir a centros comerciales, caminar por senderos peatonales o hacer uso de la ciclovía, cuestiones que le generan la sensación de disfrute de la ciudad  sin tener en cuenta que, dentro de la visión capitalista, el habitante urbano solo es un objeto que consume. Dicha sensación hace que el conflicto se perciba como algo ajeno. Así, no logra relacionar lo que pasa en su territorio con el resto de situaciones del país y por ende, no considera necesario ser mencionado en los procesos de negociación, porque no hay una identificación concreta desde las ciudades con el conflicto.

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